domingo, 18 de octubre de 2009

La mujer que ocupa el cuerpo de mamá


Como me gustaría que pudieras leer lo que te escribo, no estas ciega y sin embargo es como si estuvieras ...

Voy a escribirle a la persona que fuiste, una mujer que sufrió mucho, sencilla, sin aspiraciones incumplibles, tratando de pisar firme aunque poco a poco.

Voy a escribirle a la persona que era antes mi mamá, esa mujer que nos dio todo lo que pudo, como pudo... que nos enseñó a mi hermana y a mi a ser honestos, a que no hubiera nada ni nadie que pudiera reprocharnos una conducta indecorosa, a luchar con ganas por lo que se quiere en la vida.

La mujer a la que visito en el geriátrico, tiene el cuerpo de mi madre cautivo en un mar de confusión, esa mujer me pregunta lo mismo muchas veces y olvida que le he respondido, a esa mujer le cuento siempre lo mismo....

Prefiero pensar que desde dentro de esa persona de tanto en tanto sale a la luz la que fue mi mamá.

Sigue siendo amable, sigue hablando con cierta picardía, pero me cuesta un poco admitir que allí adentro sigue estando muy escondida. Un día..., cualquier día terminará desapareciendo.

Por eso todavía puedo "charlar" con ella, aunque le cuente una y mil veces que todavía mis hijos no se casan... que todos en la familia estamos bien de salud... que... las cosas triviales y aunque le diga cosas nuevas, sé que no las retendrá, y quisiera pensar que un día me sorprenderá... aun no se olvida de quienes somos su familia... aunque a veces me confunda con su hermana.

En este ultimo tiempo deje de ser su hija y me transforme en su mamá.

Tal vez este ultimo tiempo es todo el tiempo que tenga para "estar" con ella. Mientras tanto, seguiré repitiendo todo mas de una vez...

Otra vez...

La vida de María, mamá

A veces, la vida te juega malas pasadas y otras, te premia con alegrías...

Sabés, hombre o mujer que leés estas líneas?, te contaré de una muchacha campesina que tenía sueños tan lindos como ella...

María nació en un pueblito chiquito de Portugal, para ser más precisos, en San Bràs de Alportel, allá por el año '28. Trabajaba el campo para poder pagar y realizar su sueño de ser modista, una simple modista...

Un buen día conoció a Joaquín, muchacho trabajador y soñador, atractivo y bueno. Por aquel entonces los padres casaban a sus hijos, sacando partido de ello en una boda ventajosa y quizás infelíz...

Como te decía; Joaquín era querible y María lo amó. Ella pidió a su padre que consintiera el noviazgo de los dos, y por seis meses fue de buen grado aceptado, pero Don Manuel -su padre- había cambiado de parecer e hizo que cortaran relación y desde aquel día la vida, tanto para María como para Joaquín, fue una sucesión de penas...

Sólo podían verse a escondidas, y a hurtadillas confesarse su amor. María tuvo su primer gran desición, cuando cierto día, allá por el '49 Joaquin llorando le dijo que jamás la dejaría... Ellos no sabían que el tiempo y el destino se preparaban para separarlos...

María huyó de su casa y aceptó la protección de su abuelo, de donde no se iría hasta el día en que, cumplidos los 22, se casara con Joaquín un 14 de Octubre del '50.

Pasó el tiempo... Joaquín volvía del trabajo cansado y exhausto... y María, radiante María... le contó que pronto habría que pensar en pañales, escarpines, que deberían pensar en un nombre para cuando llegara el hijo.

Al diablo el cansancio y el agotamiento!, su linda María iba a tener un hijo... Los meses pasaron rápido, el dolor del parto, el llanto de una nueva vida, de una preciosa niña a la que llamarían Lidia, y allí donde se juntaron pena y alegría, se formó la idea de emigrar a Argentina.

Fue cosa de esperar cinco años y perder a otra hija, una hija que debió vivir y ser felíz, Marcelina... para hacer realidad ese sueño, el sueño de cruzar el horizonte.

Cuando llegaron con su hatillo de ropa, sueños y esperanzas; ya había un trabajo y un techo para ellos. Cuánto espacio, cuánto por hacer, cuánta felicidad... Joaquín logró comprarse una moto... y sabés?, la dicha acabó pronto. A un mes de tener "el sueño del hombre"; su propio sueño lo mata, le parte la médula en dos, le destroza el cuerpo; y mi pobre María esperaba a otro niño desde hacía tres meses.

Sí María, mi fuerte y luchadora María, quedaste sola en el mundo. Quién podrá reemplazar a Joaquín, el loco de Joaquín...? Cuanto dolor y noches de angustia pasaste entonces, qué soledad... Meses después, una fría mañana de Abril nació una niña, a la que llamarías Hodet.

Serviste en casa de unos primos para darles el pan y un techo a tus nenas chiquitas, luchabas cuerpo a cuerpo con la vida, deseabas tener tu casita.

Peso a peso, ladrillo a ladrillo, con tu sudor y tus lágrimas, ocho años más tarde la terminaste. Te sentiste tan felíz cuando por primera vez pernoctabas en TU CASA... Adivinaste un buen porvenir, hilvanaste sueños. Cuánta ilusión y brillo había en tus ojos aquel día, hasta creo que lloraste cuando tus hijas dormían, pues no hubiesen comprendido tus lágrimas; es que habías luchado tanto por tenerla...

Con ayuda de la familia y un poquito de aquí y un poquito de allá, instalaste una tienda humilde en el comedor y la gente conoció a ... Doña María, la modista. Porque valiéndote de la tienda, colocaste en la vidriera un cartelito pequeño que decía:

"Se recibe ropa"

" MODISTA"

Pasaron los años, el tiempo y la vida te dió un respiro. Tu hija mayor se casaba, y lo más importante, era felíz con el hombre que amaba. Jamás le pusiste trabas, sólo pedías para ella un hombre como aquel otro que acompañó tu camino, donde la muerte lo sorprendió.
Ahora quedaba la nena más pequeña, ella sería tu guía hasta que un día cuando creciese, otro ser se la llevara. Ahora sabías a ciencia cierta que debías esperar la gran noticia, aquella que años atrás le diste a Joaquín.

Un hijo siempre se espera con ansiedad pero más aún un nieto, y no fue mucho el tiempo que debiste esperar para saber que en nueve meses más tu hija sería ... mamá.

Un Julio lluvioso te descubrió abuela, una abuela jóven y trajinadora. Tus 43 años no importaban ahora, ni tus años de lucha porque en tu mente bailaban canciones de cuna antes cantadas, otra vez tenías en tus manos cálidas, pequeñas y dulces, el calor y la tibieza del cuerpecito de un bebé. Otra vez la vida te regaló el goce de la sonrisa tierna, de cambiar pañales y hacer de nuevo papilla y mamaderas.

Fabián, ojitos de cielo, se te quedó prendado en el corazón; y luego Marcelo, el niño que llegó once meses después... y ese aroma conocido y familiar, de pañales hervidos que se dejaban blanquear en una olla, te inundó la casa.

Los chicos crecían y las picardías de orinar en los zapatos de papá porque no había tiempo de pedirle a mamá... de esparcir fideos por la cocina imitando a Lidia cuando hacía la sopa o el cacao manchando la ropa, te hacían reír, viendo cómo tu nena grande, limpiando aquí y allá, trajinaba de nuevo en la casa.

Tu hija menor ya incursionaba en la secundaria... tus días pasaban y conforme lo hacían, te descubrían cansada, decidiste entonces tomarte unas vacaciones. Acompañada de tus padres viajaste a Mendoza, y allí encontraste el clima que otrora, en tu país lejano, perdido en tu mente, tuviste en la piel... cuando allá en el campo, sembrando y cosechando, soñabas con formar un hogar felíz.

Te sorprendiste un día pensando en mudarte, no te pareció mala la idea pero era riesgoza... partir con todo y dejar un poco tu cansancio y tu lucha a brazo partido con la vida.

Nuevamente en un Octubre hermoso irrumpió en tu vida el tercer nieto, Martín Eduardo sería el mimado juguete de los hermanos y de los mayores. Y no preguntaste nada, no te cuestionaste tu edad ni la felicidad, la aceptabas rozagante de alegría, contenta... chochera de abuela, que le dicen.

Tus dos hijas sin que nada supieras, hicieron un pacto silente que dictaminó tu mudanza, y así una vez más pensando seguramente, qué habría dicho Joaquín... cambiaste tu casa, tu patio sembrado de flores, arvejas y damazcos... ese Comodoro Rivadavia que no te preguntó de dónde venías y hacia dónde ibas, cuando años atrás llegabas en un barco de tercera clase, envolviendo ropas, recuerdos y sueños... cambiaste aquello por una selva de asfalto y de cemento...

Te costó empezar de nuevo en la extraña ciudad, pero siempre firme, orgullosa María, colocaste en tu casa nuevita un kiosco pequeño, lleno de golosinas para endulzar tu vida.

Tu simpatía y tu acento extraño, medio castellano y medio portugués, fue cobrando clientes que pedían fiado y otros que al contado pagaban sus vicios, y entre compra y compra te iban contando su pequeña historia.

-Doña María, me fía un atado?. Mañana le pago...- . Y Doña María, kiosquera de ley, les daba fiado una y otra vez...

Tiempo después Facundo vendría a renovarte las ganas. El cuarto varoncito de Lidia. Qué dichoso sería Joaquín si viviera, él siempre deseó un hijo varón...

Ya ves María, María mamá... hace algunos años llegaste a Argentina, cargando tus sueños, dejando recuerdos... pasaste estos años sembrando canteros con flores azules, rosadas y rojas; cosechando nietos, cosechando como en Portugal... amor y ternura, tristezas y llanto, extrañando a tu amor de ayer... a tu querido Joaquín.

Y vos, María mamá, me diste la vida, crecí a tu lado sembrando tus risas, crecí a tu lado junto al amor de tus labios, la ternura de tus manos y el sabor amargo que aún conservo en la boca... porque a papá Joaquín lo conocí a través de tí.

Y a vos, ternura pura, inocente amor, que cambió mis pañales sucios, que limpió mi boca y educó mi mente... a vos María mamá, te contaré la historia de una campesina linda que, mientras sembraba soñaba con ser.... una simple modista.









lunes, 14 de septiembre de 2009

Mi Soledad

Hay en nosotros una compañera que viaja al lado nuestro por el camino de la vida; a veces se instala de tal manera que cuesta despegarla de vos y otras... es pasajera, es neblina y tristeza, que se aleja facilmente.

Esa compañera que transita con tus pasos y mis pasos es, la soledad.
Es el tiempo de oscuridad, de noches sin estrellas ni luna llena, de buscar en la sombras una luciérnaga; es la estación donde habitan los recuerdos, de donde quiere arrancarte el olvido.

Hay soledades que hacen daño y otras que te renuevan; las unas, matan tus ganas de "tener ganas", y las otras, deambulan en ti sin molestar.

Mi soledad es de la que daña; porque esta marchitando mis ansias, mis ganas, me encierra en la tristeza y me acompaña con llanto; es de esas que te dejan sin aliento y te sume en la penumbra, velando mis noches igual que mis mañanas...

Yo la aparto, pero vuelve para pisar con mis pies y caminar con mi paso; yo la aparto pero vive con mi piel, recorriendo mis manos.

La conozco, me acompaña desde siempre, a veces le permito que se quede para poder pensar, para escribir; pero en algunas ocasiones necesito que se aleje, que me deje y no vuelva más...

Se acomoda a sus anchas y sin pedir permiso se extiende en mi cuerpo y me habita destejiendo mis sueños. entristeciendo mis ojos, viviendo en cada lágrima...

Esa, mi compañera, despierta con mis mañanas y duerme junto a mi cama; se fuma mis cigarrillos y se bebe mis entrañas...

Los Miedos

Se nos hace tan difícil confiar en la gente... estamos perdiendo el ángel que nos guardaba la fé, ese ángel de alas invisibles que nos protegía hasta ayer del dolor inmenso que nos produce la decepción, de la pequeña agonía diaria de la hipocrecía; nos abrigaba con su calor de guardián y pensamos que siempre estaría allí. Allí, donde cabe la inocencia y donde se acurruca la pureza... después sabemos que, con el tiempo, al crecer, el ángel se va alejando casi sin que nos demos cuenta apenas... y como vamos "madurando" comienza sin percatarnos la escala descendente de algunos valores y la ascendente de algunas "virtudes"...
Con algo de vergüenza,he de admitir que existen en mi algunas "virtudes" entre comillas, esas que arrasan con la sonrisa limpia, las que despojan poco a poco.

Cuando "maduramos" ya no decimos con tanta frecuencia "Te quiero", se pueden gastar y son pocos los que la vida reaviva con la llamita del cariño correspondido. Ya no decimos tanto "te quiero" porque tenemos miedo de ser heridos, a que nuestra caricia no sea devuelta, a chocar con el duro concreto de un silencio incomodo y amargo.

Y mientras la caricia resbala de nuestras manos, los miedos se alojan en ellas... comenzamos por conocer el temor a la soledad...

Ahora que somos "grandes" y tenemos una imagen forjada a golpes, somos como el avestruz, escondemos la cabeza y dejamos fuera el resto.

El ángel de alas cristalinas, nos fue abandonando con el transcurrir del tiempo, y somos "cuerdos" personajes que envidiamos el paisaje que se calcó algún "loco" que, de tanto en tanto conocemos mientras hacemos caminos...

No soltamos nuestros pàjaros, no permitimos que salgan a volar nuestros pensamientos libremente, sin que antes no les hayamos atado, como a un barrilete, unos pocos metros de tabúes y tiremos de él... cuando sople fuerte la ventizca que nos lleve a la "locura"...

Un Verbo Sin Conjugar

Solitaria y triste mi tarde gris... anocheció de repente aunque el sol brillara afuera, burlándose obstinado de mi tormenta, de la cruel e impía sombra que cegaba la ilusión y los sueños que habitaban en mi alma.
Un momento, un instante... la ráfaga de la soledad duró un instante, un momento... fue suficiente para romper mis sueños.
Cristal fino era el castillo donde habitaba la ilusión que crecía, germinando en mis latidos, volviendo sol, las tardes de lluvioso otoño.
Y sé... ahora sé que no habrá más sueños, que el cristal frágil del castillo se trizó.... Sus trocitos de milenaria arenilla destrozan dentro, allí, donde el sol ya no alumbra y la penumbra va ganando terreno sin piedad a la palabra y al verbo sin conjugar... amar.

Y se me muere la tarde por fuera y por dentro, vuelvo a mis recuerdos, fabrico palabras donde ya no existen y me quito las ganas de llorar... necesito quitarme de encima la nostalgia, te busco en las sombras, te llamo, te nombro, te grito fuerte que me duele el alma, que tu voz me desgarra...

Te nombro en las sombras, flotando en el éter vendrá tu respuesta, a ahuecar mi noche, a encallecer mi dolor...

No me abandones, volvamos atrás, comienza otra vez y miente esta vez que tu si me quieres, que todo fue broma...

La noche me espera, quiere ver mis lágrimas que se crispan como tantas noches... en la almohada.

viernes, 26 de junio de 2009

ANTIGUOS BARCOS DE PAPEL (autor. Jorge L. SOSA)

No sé porqué causa me llamó la fuente.
Tal vez porque pasaba por la plaza,
simplemente pasaba,
sin detenerle un paso a mi total urgencia,
asumiendo rutinas, malgastando distancias.
Me llamó con las voces pequeñitas del agua
como una vieja amiga,
pronunciando mi nombre
desde mi antigua infancia.
Pero fue suficiente,
el llamado modesto y tal vez impreciso,
me bajó de mi mundo y me cambió las ganas.
Y aquí estoy
con mi cara de adulta reflejada,
conversando conmigo,
conmigo y con la fuente,
en un idioma tierno
que por ser del recuerdo
no precisa palabras.
Yo fui niño en tu entorno,
también fueron mis alas
las que revolotearon tu espejo de universo.
Mi alas pequeñitas
de paloma torcaza.
Yo fue el que me acercaba
con cuatro primaveras
a fabricar con piedras
tus anillitos de agua.
Yo fui el que por las tardes
de algún verano lejos
zambullía mi antojo
y nadaba a tus anchas..
Hoy soy...
perdón amiga,
no quiero entristecerte.
Prefiero que recuerdes
a aquel niño sonriente
antes de contagiarte
mi seriedad amarga.
Prefiero que recuerdes
a aquel que armaba barcos
con papeles de diario
y navegaba a solas
el mar de la esperanza.

CON EL TIEMPO SE APRENDE (autor: Jorge L. SOSA)

Con el tiempo se aprende a valorar el tiempo
a encontrarle sentido al silencio y las pausas,
a buscar los rincones donde la paz permite
que uno se quede quieto viendo pasar recuerdos.
Con el tiempo se aprende:
el vino es más sabroso si se bebe sin sed,
paladeándolo en sorbos
espaciados y lentos.
Con el tiempo se aprende que todos los paisajes
guardan algún mensaje,
tienen algún secreto,
y que están esperando que pasen los que pasan
para contarle todo a quien quedó al acecho.
El tiempo nos enseña
que el mejor de los libros
es el que compartimos con los buenos amigos,
no importa cuántos sean
si sus nombres importan.
A veces ese amigo
que se llama silencio.
Con el tiempo se aprende
que el amor no sabe
alcanzar el amor
es un amor pequeño.
Con el tiempo se sabe.
Tan sólo con el tiempo. Los Duendes
Los duendes no se esconden,
no saben esconderse,
no podrían hacerlo.
Son dueños de las luces, los ojos, las sonrisas.
Son solcitos de noche,
semillas de infinito
que amanecen de ocaso y se acuestan al alba,
cuando el amor se queda a soñar con amor.
Después vienen los otros,
los duendes de los días,
después vienen los niños.
Ocurre que tanto
ser serios y ser tristes,
adustos y formales hasta en el optimismo,
nos vamos olvidando de ver y no los vemos,
nos vamos olvidando de ser y no sentimos
nos vamos olvidando de la piel vibradora,
la lágrimas que salta, (vidrierita del alma),
el beso y el abrazo,
el silencio con vuelo,
el grito que se escapa de tanto ser suspiro,
la locura del verso
y el canto primitivo.
Nos vamos olvidando
de ser nosotros mismos.
Los duendes no se esconden.
El asunto es sencillo:
no sabemos hallarlos,
nos cuesta la inocencia,
nos fallan los sentidos.
Pero están,
están todos:
el duende de la magia (el que arrastra la luna),
el duende de los cantos (el que afina los grillos),
el del amor travieso,
el del agua y las flores,
el viajero del viento (señor de los molinos),
el que cuenta los cuentos,
el que alienta los miedos,
el que baila en el vino,
el que inventa los hijos.
Están
y nos esperan.
Dicen algunos locos, soñadores, poetas,
que algunos pocos locos, soñadores, poetas,
han logrado reunirlos.

A LA ESTACION DEL OLVIDO

Ya no me sirve de consuelo el saber que vas diciendo por ahí que me querés, que fui lo mejor, que... muchas cosas más que ya olvidé.
No me sirve el saber que te ame tanto y de tal manera como jamás podrás imaginar, ahora todo quedó atras como otro recuerdo, un tanto doloroso, triste... ahora intento imponerme el olvido silenciando tu nombre; aunque, no puedo volver la mirada hacia atras sin recordar tu manera de amar, lo poco que duró tu amor y mi alegría, los muchos días que necesité tu voz y quise estar a tu lado...
Ya no me sirve saber que contigo aprendí a ser mujer de veras, que jamás creí amar a nadie y con tanta intensidad, sin importarme el qué dirán, sin importarme el mañana... porque contigo aprendí que el presente debía vivirlo tal cual fuese, sin mirar atrás.
Ahora que te he visto después de mucho tiempo, caminando del brazo de otra persona, ahora que a tu cinismo lo conocí en ese rostro que tanto quise, que en el saludo se te dibujó una sonrisa hipócrita; con algo de orgullo pude responderte de igual manera y debo confesarte que quise hacerte daño, por Dios que lo intenté, pero todo fue tan rápido que tu paso y tu pareja no me dieron tiempo; y fue mejor. Me escude detrás de mi cobardía diciendo que no valía la pena... dejé pasar el tiempo para no llamarte con voz irónica, para mostrarte que no me importaba, y cuando quise hacerlo, ya no era el tiempo...; ¡si me moría de pena, si me pareció ser un árbol muriendo de pié, si tuve el impulso de dañarte, de hacerte mal, de tirarte la hipócrita carta en la que me decías que sin mí no vivías, en donde maldecías mi cariño por haberse refugiado en tu piel... pero si no podía verte del brazo de otra mujer que no fuese yo, y te maldije una y mil veces por haberte amado como nunca, como a nadie...!
No, no soy la displiciente mujer que lo da todo por el ser amado, sí, la que vive por y para él, sin concesión, sin compartir con nadie a ese hombre como no quise ser compartida con nadie más, sólo él, sólo vos... que seguís punzando muy dentro, aunque no te nombre, aunque prefiera no verte nunca más, aunque me engañe al silenciar tus palabras que se han grabado en mi piel, tratando de olvidar que tantas cosas fueron las que me unieron a ti, que muchos fueron los momentos irreproducibles que viví a tu lado...
Estoy buscando un atajo para llegar a la estación del olvido, necesito encontrar la mortaja de tus recuerdos, de tus pequeñas ternuras, y de esta sensación amarga que intento evadir de mi piel; el contacto de tus manos, la dulzura de tus besos... porque me costará mucho volver a empezar nuevamente, porque regresé a nuestros café eternos, meses atrás cuando aún el cariño era nuevo, cuando un día de lluvia estrenamos un sueño; uno, que ambos tendremos presente y tal vez realicemos, algún día, pero solos...

domingo, 21 de junio de 2009

CARTA A POLDY BIRD

Terminé de releer hoy las páginas de tu libro P:B:, ése, al que le pusiste..."PARA LEER SIN RIMMEL" y hubo un cuento en especial que hizo que me sintiera muy parecida a vos; por aquella niña que fuiste, tratando de hacer durar empecinada un helado rosado, por aquella hermosa pero triste criatura que se inventaba una mamá que aún vive porque va en tu recuerdo y un padre amoroso que hiciera menos triste tu infancia.

También sentí pena. Como vos, yo no me resigno a la muerte, como vos perdí a uno de mis seres, sólo que no tengo recuerdos y entonces comencé a fabricar algunos. Mi padre, sabés?, él quería vivir, era uno entre tantos seres que adoraba la libertad y el viento, pintaba y amaba, por sobre todo, amaba.

De chiquita cada vez que en el colegio primario nos daban para hacer una redacción y por tema: "Mi papá", yo no tenía mucho que escribir; a veces (muchas veces) me ponía a llorar y entonces las dulces maestras que conocían la historia venían a consolar un llanto gris que desdibujaba mi infancia, venían a consolar a alguien que ese empecinaba como vos, en hacer durar en el recuerdo a su padre muerto.

Lloro, lloro por vos mi querida Poldy y por mí. Alguna vez me erigí en el/la defensor/a de las "mujeres de la casa" que eran mi madre y mi hermana, al faltar Joaquín (así se llamaba) tenía derecho a ostentar el título del varón, del hombre de la casa y me vestía imaginariamente los pantalones de papá.

Sabés por qué digo que siento pena por vos?. Porque te siento niña y desamparada, porque tu padre no hizo más linda tu infancia, porque tal vez si lo pensás mejor, quizás puedas convencer a la nena del helado que él nunca le demostró lo que realmente sentía y también podía sentirse solo y desamparado sin tu mamá.

Tuve y tengo la gracia de poseér un ángel por madre que hizo que el recuerdo siga siendo fuego ardiente dentro mío, conservamos el secreto de traerlo a la tierra de vez en cuando para que no se sienta tan solo allá, donde habitan los que no regresan más y entonces mi padre va de paseo con las dos y recreamos en la intimidad sus malos humores, sus ganas, sus desalientos, todo lo que era suyo y fue poco a poco siendo nuestro. El ángel de mi madre, me recuerda noche a noche, cuando el sueño está casi por vencerme que debo rezar por él, que debo rezar...

Ella hizo que amara todo lo que fui conociendo con la avidéz que se siente en la niñéz, que caminara por los senderos del tiempo con menos dolor, con menos tristeza, con menos llanto... Sé que nunca asumiré la muerte de aquél que inconcientemente fue oxigenando mi vida, con cada paso, con cada estirón. Él duerme cerca mío, es una sombra cálida que me envuelve y que mi madre aprecia cuando me dice que soy muy parecida a él, porque adquirí sus gustos y su carácter... también sus rebeldías.

La gente a la que se ama profundamente jamás muere del todo, nosotros soplamos cálidas burbujas de vida a sus recuerdos para que estén menos lejos y más vivos; menos solos y más nuestros.

Ya ves P.B., que somos muy parecidas pero la diferencia entre nos radica en que a tu padre lo siguió un ángel cargado de ternura que nunca pudo alcanzarlo y te dejó en consecuencia más huérfana de amor que a mi.

Ahora, yo me siento un poco culpable por contarte que a pesar del espacio vacío, mi madre, un ángel que hace mucho anda por la tierra, se encargó personalmente de llenar ese vacío con el amor, la ternura y la bondad de los dos, lo hizo por él y por ella a la vez.

Puede ser que convenzas, con esa ternura que adquiriste con el tiempo, a esa chiquilla que sólo se parece vos cuando eras una nena...

TERCER DOMINGO

Cada vez que me sorprende un tercer domingo de Junio, vuelvo a pensar con más intensidad en vos y me olvido de mi decisión de no recordarte con pena; no puedo, me gana la nostalgia...

Me gana la nostalgia y el recuerdo de una nena que lloraba sobre una cama para ella inmensa, abrazada a tus pinturas, a un pedacito tuyo.

Esa nena, cada Día del Padre le entregaba tristemente un regalo al abuelo, cuando quería entregártelo a vos, para ver tu cara de sorpresa y para recibir tu beso.

Ahora ya no soy esa nena triste, soy una mujer triste que recuerda una vida sin vos, que no se acostumbra a la idea de no tenerte.
A veces creo verte en un camino en penumbras, entre la niebla, te tiendo las manos y vos te vas, te alejás cada vez más.

Necesitaba..., necesito tenerte a pesar de saber que la muerte es la gran barrera que no devuelve lo que se lleva, jamás da y sí, en cambio quita; me quitó tu presencia, tus ganas de ser un hombre común para los demás pero especial para esta familia que creaste.

Me devolvió sólo una cosa... una tumba de lechosa cal que de chica visitaba, me devolvió la ausencia de tus pasos, de tus ojos.
Sabés?, necesito de tus manos, esas manos que servían para acariciar y pintar, que no sabían dar castigos, necesito de tus manos que aprieten fuerte a esta mujer llena de niebla.

Hubiera preferido pelearme con vos para volverme a reconciliar y así tener ese abrazo que no pudiste darme nunca, preferiría tu severidad, tu castigo y tu perdón, a esta ausencia de todo, hasta de recuerdos... porque vos y yo no nos encontramos nunca, la muerte te cerró el camino de la luz y yo aún estaba en la tibia penumbra del vientre de mi madre; al menos tuve el consuelo de una foto tuya... soy bastante parecida a vos... me decía de chica, y ahora que crecí más aún, ya no tanto el rostro sino por dentro.

Quise ser un integrante más de tu tierna locura por cada cosa.
Quise construirme una imágen tuya con los retacitos que me fueron dando los que te conocieron, los que por poco tiempo, hicieron parte del camino junto a vos. Esta mujer que intenta seguir creciendo, acostumbrarse a estar sola, aprendió a llevarte con ella a casi todas partes y resolvió que debías ir al cine, a la playa, a las plazas, como lo hubieras querido también vos.

Aún me cuesta reconocer a solas que no volverás, que no podré tener un sólo momento compartido, que ni pena ni alegría será juntos, que ni aromas ni campos sentiremos de a dos, que nada más habrá, sólo una herencia de ternura, pinturas, bohemia y silencio.

Siempre necesitaré más a pesar de saber que no hay regreso; siempre volveré a tus pinturas cuando me sienta sola y sin vos, volveré a escribirte y contarle cosas al viento para que sea el medio de tenernos juntos.

Seguiré siendo la loca que habla con la pared o que murmura cosas sin sentido, los demás no saben que hablo con vos.
Puede ser que sea loca pero al menos es mi manera de no sentirte tan lejano, es mi forma de que esa imagen tuya no desaparezca para siempre...

domingo, 19 de abril de 2009

El Lazo

Tengo algo maravilloso que contar y no sé cómo comenzar.

Tal vez diciendo que cuando despierto y te veo dormido a mi lado, las mañanas tienen aroma a cariño o que en el desayuno, juntos nos bebemos el amor sin condiciones; que salimos unidos, como dos chicos a comernos el mundo.

Tengo algo que contarte amor mío y no sé cómo decirlo, pienso en la forma más hermosa de la existencia, en la cosa más preciada de la vida, y es eso justamente... la vida.

Una, que pequeña y minúscula, se está gestando en mi vientre con tu ayuda, una semilla de nueva vida, que sembraste en mi cuerpo con el amor y la pasión que implica la entrega, con el cariño de todas las mañanas compartidas y nuestros días de planes y proyectos.

Tengo que decirte amor, que sin vos, este pequeño ser no sería si nó una ilusión, un hermoso sueño que aquí y ahora es preciada realidad, que en mi vientre está creciendo nuestro mejor lazo, nuestra mejor ambición; que aquí se esta gestando el amor, la raíz de todo ser, el por qué de vivir... nuestro hijo.

TITÁN, una vieja grúa

Allí estabas... Habías recalado en la punta del "espigón", en un extremo de nuestro muelle local.
Parecías un gigante que observaba en calma la pasividad y la furia del mar. Te trajeron los comodorenses de antaño, luchadores criollos y extranjeros, anhelantes de doblegar este suelo patagónico, que les ofrecía una oportunidad para salir adelante.

Aquí te amarraron; aquí, cada una de tus piezas fue armada, como en un rompecabezas, para ayudar a descargar los buques que atracaran.

Dejo volar mi imaginación para verte reluciente después de años de armado, para verte en plena labor extendiendo tus brazos generosos.

Me dejo llevar porque mi recuerdo era muy pequeño y vos, eras un gigante que oteaba el horizonte cada amanecer, poblado de gaviotas y cada atardecer; cuando el muelle, inconcluso desde siempre, se vestía de luz.

Sabés?. Todos creímos que estarías allí siempre..., que el paisaje y vos eran uno solo..., pero una mañana los comodorenses nos sorprendimos hablando de vos. Aunque te parezca raro; nosotros, que hacía un tiempo te habíamos dejado descansar, nos envolvimos en prolongadas charlas de café, sólo para saber qué pensaba la población sobre ese viejo y conocido gigante.

Nuestros "beneméritos" gobernantes, en un arranque de "preclara visión de progreso", querían venderte.

VENDERTE!!! A vos, que les diste a los hijos de esta tierra los mejores años de tu existencia; a vos, que alguna vez atravesaste el mar para unirte a nuestra gente, cuando necesitó un brazo fuerte para la lucha.

Qué ironía!!! Tus piezas ya no se veían relucientes ahora, aunque seguias firme en el muelle, ya no les servías. Eras un montón de fierros viejos, un armatoste oxidado anclado en el espigón. Eras un vigía inútil, porque ya no producías!!!

Así, con algunas protestas nacidas desde nuestra indignación, fuiste vendido en calidad de "chatarra vieja". No les importó, nuestra voz fue muy débil, y pequeña; para tomarla en cuenta.

Nuestra voz... se fue haciendo día a día más estéril. La indignación y el enojo de, ya no saberte más en el muelle, rojizo mecano de hierro, se tornó resignación con el tiempo.

Pero yo, nosotros, todos... queremos recordarte reluciente, firme y robusto; haciendo silbar al viento entre tu armadura, erguido sobre tus patas cuando el mar estaba furioso y las olas te bañaban de salitre.

Queremos recordarte con la nostalgia de algo muy querido que se ha perdido para siempre, con la tristeza de no haberte dado siquiera, la oportunidad de un museo que te mostrara completo, entero.

Perdónanos viejo gigante si no supimos defenderte; perdónanos querida mole de hierro, por no haber elevado nuestra voz hasta que se oyera.

Disculpanos viejo TITÁN, nuestra única excusa es que, sólo somos... humanos.




Vaya este homenaje a la grúa que alguna vez, COMODORO RIVADAVIA ostentó orgulloso en el extremo de su muelle...

Un enanito tirano

Con cada paso de enanito jardinero que fuiste dando en este tiempo, fui aprendiendo al ritmo tuyo a conocer tu tierno mundo. Todo lo tuyo es pequeño, tan chiquito como tu cuerpo, como tus pasos y tus manos que todo lo quieren, todo lo desean abarcar; al principio inspeccionando, tomando luego y después de cierto tiempo, como todo a tu edad, deja de interesar.

Me he dado cuenta que en tu tiempo de jugar, de querer y no querer, habita un pequeño tirano, un diminuto enanito que, con caras y morisquetas de infinita ternura, nos va dictando a nosotros, "los grandes", cómo quieres que te quieran, cómo comprarnos cuando a ti se te dé la gana...

Te observo y termino por comprender que debo aprenderme todo de nuevo, repasar contigo una infancia, tal vez distinta pero hermosa, comprendo poco a poco tu deseo de quererlo todo, de tenerlo todo.

Tu nos has domesticado, como el Principito al Zorro, poco a poco te fuiste metiendo en nuestra piel para ya no salir de ella, te adheriste tan profundo que nada puede reemplazar tus artisteadas, tus poses que sabés, causan la sonrisa de todos. Nos domesticaste. Ya ves que estoy escribiéndole a un tirano de pelo revuelto, rubio como el trigo; a un tirano que evita que lo olviden siquiera por un momento, que espera constantemente detrás de cada puerta para espiar la vida de "los grandes".

Al niño que eres hoy trataré de protegerlo de esos grandes a los que les cuesta sentir la voz de lo pequeño, al niño que llevan dentro...

Ahora que todavía eres frágil deseo por todos los medios que no te "rompas" por dentro cuando llegue el momento de crecer. Intentaré mil caminos para enseñarte lo mejor, lo bueno..., y luego, con el tiempo, seguramente serás tú quien me enseñe.


A mi ahijado Facundo

Nebulosa del recuerdo

No te llamé pero estás aquí. Has venido caminándote el sendero pequeño de mi infancia sin vos...

Fuiste sonrisa de cartulina, alegría encerrada en un marco de madera. Fuiste lo que yo quiero ser, un poco bohemio, por momentos pintor, escritor a veces; desordenado, desprendido, amante de la vida... diste cuanto tuviste.

Pocas cosas olvidaste al partir... una fotografía, donde conocí tu risa y aprendí a ver en tus ojos chispitas que la cámara no tomó; unos pocos cuadros al óleo... allí supe de tu bohemia, de tu pureza, de tu fuerza, de tu gran amor por la naturaleza; y una semilla de la que no conociste más que sus primeros latidos, pedacito de tu risa, burbuja de vida recién oxigenada por el amor de un hombre y una simple mujer, portadora de esa vida.

Esa semilla germinó sin tus cuidados, una mañana de Abril rompió la cálida capa protectora, y nació para ver el mundo. Ahora ya crecida, tu semilla se convirtió en mujer y vuelve de vez en cuando a la infancia para recordarte, con esos retazos de tus cosas contadas por tus amigos, por esa mujer; amante, fiel, compañera, que me enseñó el valor de cada cosa y el lugar que ocupan dentro de mí.

Vuelvo a la infancia para recordar con tristeza que no estuviste, impaciente padre; esperando mi nacimiento en un hospital aquella mañana de Abril; no descubriste mi carita de beba llorona, ni las morisquetas que inventaba parada de puntas de pie frente a un espejo que tenía una nena igual a mí del otro lado; no dí mis primeros pasos hacia tí, debí conformarme con tener sólo las manos de mamá, una mujer triste que vestía ropas oscuras, y hasta hace tan poco...

Necesitaba que fuese en tus rodillas, precisamente en las tuyas, que me contaras cuentos e inventases juegos compartidos entre dos hasta que, cansada, me durmiera en tus brazos...

Crecí, maduré, ahora escribo, trabajo, intento pintar, juego a rebelarme... ya no tanto como antes, trato de comprender; muchas veces sentí que me faltó tu abrazo consolando mi llanto, pero otras tantas acallé mis grititos de rebelión hacia Dios.

Era injusto, no tenía que haberte llevado. Pero era inútil, Él necesitaba a alguien que le ayudara a pintar el arco iris y las puestas de sol...

Fantaseaba y poco a poco fui comprendiendo que ya no importa no conocer el calor de tus manos, labradoras de canteras, inspiradas para el óleo, dulces para la caricia... Me dejaste tantas cosas que te rehice dentro de mí, recompuse tu imágen rota y te saqué a pasear conmigo. Te llevé a las galerías de arte, compré palomitas de maíz para cuando compartíamos una salida al cine.. como ahora que, café de por medio, puedo hablarte con confianza, contarte de mi trabajo, confiarte mis pequeños secretos y pedirte en voz muy baja, para que nadie me crea loca al escuchar que, por favor papá Joaquin, me ayudes como hasta hoy a seguir viviendo.

Pinceladas de ternura

Pintor que conviertes las penas en estrellas y les das a todas.. pinceladas de ternura.
Artista sin escuela que supo dejar su huella en cada cosa que tocó. Bohemio irremediable en las cosas del amor.

Elegiste el color de mis ojos, y hoy yo, tu hija, le escribe al noble pintor que supo encontrar en lo simple, lo mejor que el Creador puso en las manos del hombre.

La belleza de la flor, el mar níveo que puebla las simas de montañas sin nombre, la calidéz de un sendero donde casas blanquecinas con su fondo de alegría, sirvieron para plegaria de quien nunca conociste, aunque por ella hiciste lo más grande de éste mundo... liaste en fuertes nudos tus lazos de sangre y amor.

Marcaste el diccionario con colores rojo fuego las palabras: cariño, amor, papá y juegos; y colocaste un corolario que yo descubrí en tus ojos buenos, no tuve la ventura de tenerte, de sentirte, de pedirte tus consejos...

Marchaste muy pronto, cuando aún yo no nacía. Pero ahora vas de mi mano cuando escribo, cuando en el aire grabo con mi letra desprolija: papá... soy yo, la que quiere y llora, la que te busca en vano, la que se resiente con el Señor que fue tirano, Él te quitó de mi mano cuando era aún muy temprano.

Primer acto


Con miedo y alegría vi tu carita pequeña, recorriendo el escenario en tu primer actuación.
Toda la erupción de tu carácter se convirtió en timidéz cuando saliste a escena, para encontrar que habían muchos adultos, y mamá, y papá..., observándote... Rodri.

Me diste tanta ternura... te sentí, mi gorrioncito, desvalido y confundido. Te sentí un capullito de algodón moviéndose al compás de una brisa que te mecía aquí y allá.

Tenías que actuar de nave espacial, y yo decía que eras un cohete, pero estabas como en una nube cuando la Seño te fue a buscar...

Tu primer papel!!! chiquito y rápido, pero a la vez grandioso y difícil para vos. Tenía lágrimas en los ojos cuando te descubrí entre los demás, también las tuve cuando Romi, tu hermanita mayor, bailaba jazz como los "grandes"... Será que mamá se pone viejita y blanda, que se emociona con estas cosas que ustedes hacen?. Porque aunque no lo querramos reconocer, los adultos nos emocionamos con las pequeñas "maravillas" que nos regalan nuestros hijos. Los vemos tan "piojitos" y sin embargo; nos demuestran con cada paso, cuántas cosas "grandes" pueden hacer esos enanitos, que se estiran con demasiada rapidéz para nuestro gusto.

Rodrigo, Romina... mamá escribe esto de parte de papi y mío; porque a papá le cuesta un poco expresarse de esta manera, pero compartimos el mismo sentimiento.

Mamá les escribe porque algún día, entre tantos papeles, pueden descubrir éste que está lleno de amor para ustedes, lleno de orgullo y de satisfacción, por ver que a nuestros enanitos jardineros les estan brotando alas, las estan usando para volar...

papá y mamá
(un 15 de diciembre del 92)

Pequeña Mujercita


Hoy, que mis zapatos te quedan enormes, te escribo.
Hoy, que aún no sabes más que escribir tu nombre con grandes letras de imprenta, quiero escribirte. Aunque aún no puedas leerlo, aunque aún pasen algunos años para comprender el por qué.

En una noche como esta, te parí. Descubrí tu carita de luna llena, en la que se perdía, como un puntito, una pequeña naríz respingada por la que dabas tu primer respiro fuera de mí.

En una noche como esta, me hiciste enormemente felíz, y por primera vez, sentí un goce indescriptible.

Cuando sentí tu piel tersa y suave, no podía adivinar, aún haciendo un deroche de imaginación, cada cosa que me darías, cada palabra que tu boquita emitiría...; desde nombrarme, hasta decirme con esa ternura tan tuya: -"Te amo mami" -. Y yo también... y a medida que pasa el tiempo, más aún.

A veces te espío, como si fuera un ladrón. Te espío para ver una pequeña mujercita, y más cuando consolás a tu hermanito, aunque a veces tengas que pedir auxilio cuando él hace de las suyas.

Descubro, para mi deleite, tu mundo de juguetes y de cuentos. Ese mundo tuyo donde todo es jugar e imitar a los grandes.

Porque a escondidas sacás mis pinturas y te ponés tacos que son algunos números más grandes que tus piecitos; porque te siento hablar con tus muñecas y reprenderlas..., y descubro que empleás mis palabras para ello.

O te sorprendo hojeando revistas de moda infantil, sentada de piernas cruzadas, eligiendo qué ropa nueva podría hacerte mamá.

Creo hijita, que algo que siempre quise decirte de muchas maneras, y que aún después de hacerlo no me alcanzarían los sinónimos, es que TE AMO.
Esperé tanto tiempo encontrar a tu padre, y cuando finalmente lo hice, él me ayudó a descubrir la felicidad de ser tu mamá, él me ayudó a construir cada centímetro tuyo..., me ayuda a educarte, a asombrarme con las pequeñas cosas...