lunes, 14 de septiembre de 2009

Un Verbo Sin Conjugar

Solitaria y triste mi tarde gris... anocheció de repente aunque el sol brillara afuera, burlándose obstinado de mi tormenta, de la cruel e impía sombra que cegaba la ilusión y los sueños que habitaban en mi alma.
Un momento, un instante... la ráfaga de la soledad duró un instante, un momento... fue suficiente para romper mis sueños.
Cristal fino era el castillo donde habitaba la ilusión que crecía, germinando en mis latidos, volviendo sol, las tardes de lluvioso otoño.
Y sé... ahora sé que no habrá más sueños, que el cristal frágil del castillo se trizó.... Sus trocitos de milenaria arenilla destrozan dentro, allí, donde el sol ya no alumbra y la penumbra va ganando terreno sin piedad a la palabra y al verbo sin conjugar... amar.

Y se me muere la tarde por fuera y por dentro, vuelvo a mis recuerdos, fabrico palabras donde ya no existen y me quito las ganas de llorar... necesito quitarme de encima la nostalgia, te busco en las sombras, te llamo, te nombro, te grito fuerte que me duele el alma, que tu voz me desgarra...

Te nombro en las sombras, flotando en el éter vendrá tu respuesta, a ahuecar mi noche, a encallecer mi dolor...

No me abandones, volvamos atrás, comienza otra vez y miente esta vez que tu si me quieres, que todo fue broma...

La noche me espera, quiere ver mis lágrimas que se crispan como tantas noches... en la almohada.

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