domingo, 19 de abril de 2009

El Lazo

Tengo algo maravilloso que contar y no sé cómo comenzar.

Tal vez diciendo que cuando despierto y te veo dormido a mi lado, las mañanas tienen aroma a cariño o que en el desayuno, juntos nos bebemos el amor sin condiciones; que salimos unidos, como dos chicos a comernos el mundo.

Tengo algo que contarte amor mío y no sé cómo decirlo, pienso en la forma más hermosa de la existencia, en la cosa más preciada de la vida, y es eso justamente... la vida.

Una, que pequeña y minúscula, se está gestando en mi vientre con tu ayuda, una semilla de nueva vida, que sembraste en mi cuerpo con el amor y la pasión que implica la entrega, con el cariño de todas las mañanas compartidas y nuestros días de planes y proyectos.

Tengo que decirte amor, que sin vos, este pequeño ser no sería si nó una ilusión, un hermoso sueño que aquí y ahora es preciada realidad, que en mi vientre está creciendo nuestro mejor lazo, nuestra mejor ambición; que aquí se esta gestando el amor, la raíz de todo ser, el por qué de vivir... nuestro hijo.

TITÁN, una vieja grúa

Allí estabas... Habías recalado en la punta del "espigón", en un extremo de nuestro muelle local.
Parecías un gigante que observaba en calma la pasividad y la furia del mar. Te trajeron los comodorenses de antaño, luchadores criollos y extranjeros, anhelantes de doblegar este suelo patagónico, que les ofrecía una oportunidad para salir adelante.

Aquí te amarraron; aquí, cada una de tus piezas fue armada, como en un rompecabezas, para ayudar a descargar los buques que atracaran.

Dejo volar mi imaginación para verte reluciente después de años de armado, para verte en plena labor extendiendo tus brazos generosos.

Me dejo llevar porque mi recuerdo era muy pequeño y vos, eras un gigante que oteaba el horizonte cada amanecer, poblado de gaviotas y cada atardecer; cuando el muelle, inconcluso desde siempre, se vestía de luz.

Sabés?. Todos creímos que estarías allí siempre..., que el paisaje y vos eran uno solo..., pero una mañana los comodorenses nos sorprendimos hablando de vos. Aunque te parezca raro; nosotros, que hacía un tiempo te habíamos dejado descansar, nos envolvimos en prolongadas charlas de café, sólo para saber qué pensaba la población sobre ese viejo y conocido gigante.

Nuestros "beneméritos" gobernantes, en un arranque de "preclara visión de progreso", querían venderte.

VENDERTE!!! A vos, que les diste a los hijos de esta tierra los mejores años de tu existencia; a vos, que alguna vez atravesaste el mar para unirte a nuestra gente, cuando necesitó un brazo fuerte para la lucha.

Qué ironía!!! Tus piezas ya no se veían relucientes ahora, aunque seguias firme en el muelle, ya no les servías. Eras un montón de fierros viejos, un armatoste oxidado anclado en el espigón. Eras un vigía inútil, porque ya no producías!!!

Así, con algunas protestas nacidas desde nuestra indignación, fuiste vendido en calidad de "chatarra vieja". No les importó, nuestra voz fue muy débil, y pequeña; para tomarla en cuenta.

Nuestra voz... se fue haciendo día a día más estéril. La indignación y el enojo de, ya no saberte más en el muelle, rojizo mecano de hierro, se tornó resignación con el tiempo.

Pero yo, nosotros, todos... queremos recordarte reluciente, firme y robusto; haciendo silbar al viento entre tu armadura, erguido sobre tus patas cuando el mar estaba furioso y las olas te bañaban de salitre.

Queremos recordarte con la nostalgia de algo muy querido que se ha perdido para siempre, con la tristeza de no haberte dado siquiera, la oportunidad de un museo que te mostrara completo, entero.

Perdónanos viejo gigante si no supimos defenderte; perdónanos querida mole de hierro, por no haber elevado nuestra voz hasta que se oyera.

Disculpanos viejo TITÁN, nuestra única excusa es que, sólo somos... humanos.




Vaya este homenaje a la grúa que alguna vez, COMODORO RIVADAVIA ostentó orgulloso en el extremo de su muelle...

Un enanito tirano

Con cada paso de enanito jardinero que fuiste dando en este tiempo, fui aprendiendo al ritmo tuyo a conocer tu tierno mundo. Todo lo tuyo es pequeño, tan chiquito como tu cuerpo, como tus pasos y tus manos que todo lo quieren, todo lo desean abarcar; al principio inspeccionando, tomando luego y después de cierto tiempo, como todo a tu edad, deja de interesar.

Me he dado cuenta que en tu tiempo de jugar, de querer y no querer, habita un pequeño tirano, un diminuto enanito que, con caras y morisquetas de infinita ternura, nos va dictando a nosotros, "los grandes", cómo quieres que te quieran, cómo comprarnos cuando a ti se te dé la gana...

Te observo y termino por comprender que debo aprenderme todo de nuevo, repasar contigo una infancia, tal vez distinta pero hermosa, comprendo poco a poco tu deseo de quererlo todo, de tenerlo todo.

Tu nos has domesticado, como el Principito al Zorro, poco a poco te fuiste metiendo en nuestra piel para ya no salir de ella, te adheriste tan profundo que nada puede reemplazar tus artisteadas, tus poses que sabés, causan la sonrisa de todos. Nos domesticaste. Ya ves que estoy escribiéndole a un tirano de pelo revuelto, rubio como el trigo; a un tirano que evita que lo olviden siquiera por un momento, que espera constantemente detrás de cada puerta para espiar la vida de "los grandes".

Al niño que eres hoy trataré de protegerlo de esos grandes a los que les cuesta sentir la voz de lo pequeño, al niño que llevan dentro...

Ahora que todavía eres frágil deseo por todos los medios que no te "rompas" por dentro cuando llegue el momento de crecer. Intentaré mil caminos para enseñarte lo mejor, lo bueno..., y luego, con el tiempo, seguramente serás tú quien me enseñe.


A mi ahijado Facundo

Nebulosa del recuerdo

No te llamé pero estás aquí. Has venido caminándote el sendero pequeño de mi infancia sin vos...

Fuiste sonrisa de cartulina, alegría encerrada en un marco de madera. Fuiste lo que yo quiero ser, un poco bohemio, por momentos pintor, escritor a veces; desordenado, desprendido, amante de la vida... diste cuanto tuviste.

Pocas cosas olvidaste al partir... una fotografía, donde conocí tu risa y aprendí a ver en tus ojos chispitas que la cámara no tomó; unos pocos cuadros al óleo... allí supe de tu bohemia, de tu pureza, de tu fuerza, de tu gran amor por la naturaleza; y una semilla de la que no conociste más que sus primeros latidos, pedacito de tu risa, burbuja de vida recién oxigenada por el amor de un hombre y una simple mujer, portadora de esa vida.

Esa semilla germinó sin tus cuidados, una mañana de Abril rompió la cálida capa protectora, y nació para ver el mundo. Ahora ya crecida, tu semilla se convirtió en mujer y vuelve de vez en cuando a la infancia para recordarte, con esos retazos de tus cosas contadas por tus amigos, por esa mujer; amante, fiel, compañera, que me enseñó el valor de cada cosa y el lugar que ocupan dentro de mí.

Vuelvo a la infancia para recordar con tristeza que no estuviste, impaciente padre; esperando mi nacimiento en un hospital aquella mañana de Abril; no descubriste mi carita de beba llorona, ni las morisquetas que inventaba parada de puntas de pie frente a un espejo que tenía una nena igual a mí del otro lado; no dí mis primeros pasos hacia tí, debí conformarme con tener sólo las manos de mamá, una mujer triste que vestía ropas oscuras, y hasta hace tan poco...

Necesitaba que fuese en tus rodillas, precisamente en las tuyas, que me contaras cuentos e inventases juegos compartidos entre dos hasta que, cansada, me durmiera en tus brazos...

Crecí, maduré, ahora escribo, trabajo, intento pintar, juego a rebelarme... ya no tanto como antes, trato de comprender; muchas veces sentí que me faltó tu abrazo consolando mi llanto, pero otras tantas acallé mis grititos de rebelión hacia Dios.

Era injusto, no tenía que haberte llevado. Pero era inútil, Él necesitaba a alguien que le ayudara a pintar el arco iris y las puestas de sol...

Fantaseaba y poco a poco fui comprendiendo que ya no importa no conocer el calor de tus manos, labradoras de canteras, inspiradas para el óleo, dulces para la caricia... Me dejaste tantas cosas que te rehice dentro de mí, recompuse tu imágen rota y te saqué a pasear conmigo. Te llevé a las galerías de arte, compré palomitas de maíz para cuando compartíamos una salida al cine.. como ahora que, café de por medio, puedo hablarte con confianza, contarte de mi trabajo, confiarte mis pequeños secretos y pedirte en voz muy baja, para que nadie me crea loca al escuchar que, por favor papá Joaquin, me ayudes como hasta hoy a seguir viviendo.

Pinceladas de ternura

Pintor que conviertes las penas en estrellas y les das a todas.. pinceladas de ternura.
Artista sin escuela que supo dejar su huella en cada cosa que tocó. Bohemio irremediable en las cosas del amor.

Elegiste el color de mis ojos, y hoy yo, tu hija, le escribe al noble pintor que supo encontrar en lo simple, lo mejor que el Creador puso en las manos del hombre.

La belleza de la flor, el mar níveo que puebla las simas de montañas sin nombre, la calidéz de un sendero donde casas blanquecinas con su fondo de alegría, sirvieron para plegaria de quien nunca conociste, aunque por ella hiciste lo más grande de éste mundo... liaste en fuertes nudos tus lazos de sangre y amor.

Marcaste el diccionario con colores rojo fuego las palabras: cariño, amor, papá y juegos; y colocaste un corolario que yo descubrí en tus ojos buenos, no tuve la ventura de tenerte, de sentirte, de pedirte tus consejos...

Marchaste muy pronto, cuando aún yo no nacía. Pero ahora vas de mi mano cuando escribo, cuando en el aire grabo con mi letra desprolija: papá... soy yo, la que quiere y llora, la que te busca en vano, la que se resiente con el Señor que fue tirano, Él te quitó de mi mano cuando era aún muy temprano.

Primer acto


Con miedo y alegría vi tu carita pequeña, recorriendo el escenario en tu primer actuación.
Toda la erupción de tu carácter se convirtió en timidéz cuando saliste a escena, para encontrar que habían muchos adultos, y mamá, y papá..., observándote... Rodri.

Me diste tanta ternura... te sentí, mi gorrioncito, desvalido y confundido. Te sentí un capullito de algodón moviéndose al compás de una brisa que te mecía aquí y allá.

Tenías que actuar de nave espacial, y yo decía que eras un cohete, pero estabas como en una nube cuando la Seño te fue a buscar...

Tu primer papel!!! chiquito y rápido, pero a la vez grandioso y difícil para vos. Tenía lágrimas en los ojos cuando te descubrí entre los demás, también las tuve cuando Romi, tu hermanita mayor, bailaba jazz como los "grandes"... Será que mamá se pone viejita y blanda, que se emociona con estas cosas que ustedes hacen?. Porque aunque no lo querramos reconocer, los adultos nos emocionamos con las pequeñas "maravillas" que nos regalan nuestros hijos. Los vemos tan "piojitos" y sin embargo; nos demuestran con cada paso, cuántas cosas "grandes" pueden hacer esos enanitos, que se estiran con demasiada rapidéz para nuestro gusto.

Rodrigo, Romina... mamá escribe esto de parte de papi y mío; porque a papá le cuesta un poco expresarse de esta manera, pero compartimos el mismo sentimiento.

Mamá les escribe porque algún día, entre tantos papeles, pueden descubrir éste que está lleno de amor para ustedes, lleno de orgullo y de satisfacción, por ver que a nuestros enanitos jardineros les estan brotando alas, las estan usando para volar...

papá y mamá
(un 15 de diciembre del 92)

Pequeña Mujercita


Hoy, que mis zapatos te quedan enormes, te escribo.
Hoy, que aún no sabes más que escribir tu nombre con grandes letras de imprenta, quiero escribirte. Aunque aún no puedas leerlo, aunque aún pasen algunos años para comprender el por qué.

En una noche como esta, te parí. Descubrí tu carita de luna llena, en la que se perdía, como un puntito, una pequeña naríz respingada por la que dabas tu primer respiro fuera de mí.

En una noche como esta, me hiciste enormemente felíz, y por primera vez, sentí un goce indescriptible.

Cuando sentí tu piel tersa y suave, no podía adivinar, aún haciendo un deroche de imaginación, cada cosa que me darías, cada palabra que tu boquita emitiría...; desde nombrarme, hasta decirme con esa ternura tan tuya: -"Te amo mami" -. Y yo también... y a medida que pasa el tiempo, más aún.

A veces te espío, como si fuera un ladrón. Te espío para ver una pequeña mujercita, y más cuando consolás a tu hermanito, aunque a veces tengas que pedir auxilio cuando él hace de las suyas.

Descubro, para mi deleite, tu mundo de juguetes y de cuentos. Ese mundo tuyo donde todo es jugar e imitar a los grandes.

Porque a escondidas sacás mis pinturas y te ponés tacos que son algunos números más grandes que tus piecitos; porque te siento hablar con tus muñecas y reprenderlas..., y descubro que empleás mis palabras para ello.

O te sorprendo hojeando revistas de moda infantil, sentada de piernas cruzadas, eligiendo qué ropa nueva podría hacerte mamá.

Creo hijita, que algo que siempre quise decirte de muchas maneras, y que aún después de hacerlo no me alcanzarían los sinónimos, es que TE AMO.
Esperé tanto tiempo encontrar a tu padre, y cuando finalmente lo hice, él me ayudó a descubrir la felicidad de ser tu mamá, él me ayudó a construir cada centímetro tuyo..., me ayuda a educarte, a asombrarme con las pequeñas cosas...