lunes, 14 de septiembre de 2009

Los Miedos

Se nos hace tan difícil confiar en la gente... estamos perdiendo el ángel que nos guardaba la fé, ese ángel de alas invisibles que nos protegía hasta ayer del dolor inmenso que nos produce la decepción, de la pequeña agonía diaria de la hipocrecía; nos abrigaba con su calor de guardián y pensamos que siempre estaría allí. Allí, donde cabe la inocencia y donde se acurruca la pureza... después sabemos que, con el tiempo, al crecer, el ángel se va alejando casi sin que nos demos cuenta apenas... y como vamos "madurando" comienza sin percatarnos la escala descendente de algunos valores y la ascendente de algunas "virtudes"...
Con algo de vergüenza,he de admitir que existen en mi algunas "virtudes" entre comillas, esas que arrasan con la sonrisa limpia, las que despojan poco a poco.

Cuando "maduramos" ya no decimos con tanta frecuencia "Te quiero", se pueden gastar y son pocos los que la vida reaviva con la llamita del cariño correspondido. Ya no decimos tanto "te quiero" porque tenemos miedo de ser heridos, a que nuestra caricia no sea devuelta, a chocar con el duro concreto de un silencio incomodo y amargo.

Y mientras la caricia resbala de nuestras manos, los miedos se alojan en ellas... comenzamos por conocer el temor a la soledad...

Ahora que somos "grandes" y tenemos una imagen forjada a golpes, somos como el avestruz, escondemos la cabeza y dejamos fuera el resto.

El ángel de alas cristalinas, nos fue abandonando con el transcurrir del tiempo, y somos "cuerdos" personajes que envidiamos el paisaje que se calcó algún "loco" que, de tanto en tanto conocemos mientras hacemos caminos...

No soltamos nuestros pàjaros, no permitimos que salgan a volar nuestros pensamientos libremente, sin que antes no les hayamos atado, como a un barrilete, unos pocos metros de tabúes y tiremos de él... cuando sople fuerte la ventizca que nos lleve a la "locura"...

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