viernes, 26 de junio de 2009

CON EL TIEMPO SE APRENDE (autor: Jorge L. SOSA)

Con el tiempo se aprende a valorar el tiempo
a encontrarle sentido al silencio y las pausas,
a buscar los rincones donde la paz permite
que uno se quede quieto viendo pasar recuerdos.
Con el tiempo se aprende:
el vino es más sabroso si se bebe sin sed,
paladeándolo en sorbos
espaciados y lentos.
Con el tiempo se aprende que todos los paisajes
guardan algún mensaje,
tienen algún secreto,
y que están esperando que pasen los que pasan
para contarle todo a quien quedó al acecho.
El tiempo nos enseña
que el mejor de los libros
es el que compartimos con los buenos amigos,
no importa cuántos sean
si sus nombres importan.
A veces ese amigo
que se llama silencio.
Con el tiempo se aprende
que el amor no sabe
alcanzar el amor
es un amor pequeño.
Con el tiempo se sabe.
Tan sólo con el tiempo. Los Duendes
Los duendes no se esconden,
no saben esconderse,
no podrían hacerlo.
Son dueños de las luces, los ojos, las sonrisas.
Son solcitos de noche,
semillas de infinito
que amanecen de ocaso y se acuestan al alba,
cuando el amor se queda a soñar con amor.
Después vienen los otros,
los duendes de los días,
después vienen los niños.
Ocurre que tanto
ser serios y ser tristes,
adustos y formales hasta en el optimismo,
nos vamos olvidando de ver y no los vemos,
nos vamos olvidando de ser y no sentimos
nos vamos olvidando de la piel vibradora,
la lágrimas que salta, (vidrierita del alma),
el beso y el abrazo,
el silencio con vuelo,
el grito que se escapa de tanto ser suspiro,
la locura del verso
y el canto primitivo.
Nos vamos olvidando
de ser nosotros mismos.
Los duendes no se esconden.
El asunto es sencillo:
no sabemos hallarlos,
nos cuesta la inocencia,
nos fallan los sentidos.
Pero están,
están todos:
el duende de la magia (el que arrastra la luna),
el duende de los cantos (el que afina los grillos),
el del amor travieso,
el del agua y las flores,
el viajero del viento (señor de los molinos),
el que cuenta los cuentos,
el que alienta los miedos,
el que baila en el vino,
el que inventa los hijos.
Están
y nos esperan.
Dicen algunos locos, soñadores, poetas,
que algunos pocos locos, soñadores, poetas,
han logrado reunirlos.

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