domingo, 21 de junio de 2009

TERCER DOMINGO

Cada vez que me sorprende un tercer domingo de Junio, vuelvo a pensar con más intensidad en vos y me olvido de mi decisión de no recordarte con pena; no puedo, me gana la nostalgia...

Me gana la nostalgia y el recuerdo de una nena que lloraba sobre una cama para ella inmensa, abrazada a tus pinturas, a un pedacito tuyo.

Esa nena, cada Día del Padre le entregaba tristemente un regalo al abuelo, cuando quería entregártelo a vos, para ver tu cara de sorpresa y para recibir tu beso.

Ahora ya no soy esa nena triste, soy una mujer triste que recuerda una vida sin vos, que no se acostumbra a la idea de no tenerte.
A veces creo verte en un camino en penumbras, entre la niebla, te tiendo las manos y vos te vas, te alejás cada vez más.

Necesitaba..., necesito tenerte a pesar de saber que la muerte es la gran barrera que no devuelve lo que se lleva, jamás da y sí, en cambio quita; me quitó tu presencia, tus ganas de ser un hombre común para los demás pero especial para esta familia que creaste.

Me devolvió sólo una cosa... una tumba de lechosa cal que de chica visitaba, me devolvió la ausencia de tus pasos, de tus ojos.
Sabés?, necesito de tus manos, esas manos que servían para acariciar y pintar, que no sabían dar castigos, necesito de tus manos que aprieten fuerte a esta mujer llena de niebla.

Hubiera preferido pelearme con vos para volverme a reconciliar y así tener ese abrazo que no pudiste darme nunca, preferiría tu severidad, tu castigo y tu perdón, a esta ausencia de todo, hasta de recuerdos... porque vos y yo no nos encontramos nunca, la muerte te cerró el camino de la luz y yo aún estaba en la tibia penumbra del vientre de mi madre; al menos tuve el consuelo de una foto tuya... soy bastante parecida a vos... me decía de chica, y ahora que crecí más aún, ya no tanto el rostro sino por dentro.

Quise ser un integrante más de tu tierna locura por cada cosa.
Quise construirme una imágen tuya con los retacitos que me fueron dando los que te conocieron, los que por poco tiempo, hicieron parte del camino junto a vos. Esta mujer que intenta seguir creciendo, acostumbrarse a estar sola, aprendió a llevarte con ella a casi todas partes y resolvió que debías ir al cine, a la playa, a las plazas, como lo hubieras querido también vos.

Aún me cuesta reconocer a solas que no volverás, que no podré tener un sólo momento compartido, que ni pena ni alegría será juntos, que ni aromas ni campos sentiremos de a dos, que nada más habrá, sólo una herencia de ternura, pinturas, bohemia y silencio.

Siempre necesitaré más a pesar de saber que no hay regreso; siempre volveré a tus pinturas cuando me sienta sola y sin vos, volveré a escribirte y contarle cosas al viento para que sea el medio de tenernos juntos.

Seguiré siendo la loca que habla con la pared o que murmura cosas sin sentido, los demás no saben que hablo con vos.
Puede ser que sea loca pero al menos es mi manera de no sentirte tan lejano, es mi forma de que esa imagen tuya no desaparezca para siempre...

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