martes, 28 de junio de 2011

CARTA A JOAQUIN


He hecho caminos para andar con tu paso, me hice gorrión para volar hasta vos, fui agua y remanso. Creí con ello poder acunar tu pereza y tu indolente paso, aprendí a cantar para estar en tu voz y a escribir a través de tu letra, escogí la pintura por tus dibujos y reconstruí en mí, pedazos de tu ser que se esparcieron por doquier; compuse para mi propio deleite tu imágen rota por el tiempo.

Con todo esto al hombro aprendo a andar con los minúsculos latidos de un reloj que camina según mi desición. Sé que de todas formas tu regreso sólo se proyecta en mí, dentro mío. Te tomo las manos y juntos caminamos, pero aunque ya no duelas tanto, aunque ya no extrañe tus cariños con la intensidad de antes, la nebulosa de tu persona es más poderosa y me envuelve, se apropia de mí y me maneja a su antojo... caigo en la cuenta que hacés a través mío lo que tal vez la vida no dejó que acabaras.

Me refiero a vos, que a destiempo y a contramano te refugiaste bajo mi piel, parapetándote en un rinconcito de mi ser y así, desde allí, ver por mis ojos los nietos que no alcanzaste, la hija que se hizo grande, la mujer que amaste con el alma entera.

Creí durante un tiempo que era tu imágen escondida en otro cuerpo y que por esa misma razón me había adueñado de casi todas las cosas y gustos.

Hay fracciones o partes de nuestros mayores que heredamos aunque no los alcancemos a conocer, como heredan los animales el instinto de sobrevivir en una jungla, sólo que hay una leve diferencia; esta jungla es más feróz, es más voráz; te lleva, te cambia, te empequeñece o te agiganta.
Era así cuando vivías en la tierra?. Era así, tan difícil y hermoso al mismo tiempo?. No vés!?. Tantas preguntas que quisiera haberte hecho, tantas pequeñeces a compartir que no tuvimos... Nadie es el culpable de tu accidente ni de nacer yo luego de tu muerte. Deseo a veces, sólo a veces, pedir perdón por no alcanzarte a conocer, aún así te llevo dentro, guardado donde el tiempo no puede hacer lo que a las fotos; a ellas las avejenta, las llena de otoño...

Aquí... refúgiate bajo mi piel, que quiero cantarte en tu lengua natal una canción para acunar tu recuerdo.

Aquí... escóndete del olvido, no dejes que te descubra nunca y verás que para eso, sólo basta mi coraza...

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